Dando vueltas por la misma ciudad
coincidieron en aquel lugar
jugando y burlándose del tiempo
viviendo como si fuera el último momento.

Fotografías congeladas mientras iban de la mano
por calles y bares a media luz
donde la música los envolvía como un remolino de invierno.
Mientras el amor se apoderaba de él
la libertad no la dejaba ir.

Felices saboreando cada momento-detalle
compartiendo el silencio-sonrisas-miradas
como cuentos, como sueños
con ondas que elevan su risa y mi alegría 
dentro de la burbuja que acaba de reventar.

La almohada empapada de gotas que rebalsan de sus ojos
discusiones internas, pensamientos diversos, 
desesperación, presión, nada de cordura en ella
corazón sudado, encerrado entre cuatro paredes blancas
saltando desesperadamente.

Silencio denso, vacío
llena su habitación con aire intenso
las paredes sordas y la luna ciega
una araña entre las flores
la sombra de tus manos, caricias insensibles.

Detalles, detalles que él le daba
detalles que en el fondo es poco
porque el fondo es todo.
Detalles que se burlaron de la perfección.

Luchando contra los objetos flotantes en una balanza
luchando hasta el olvido, brindando con la luna que no ve.
Todo ha quedado hoy atrás, caricias-sonrisas, los te quiero;
allá en el pozo nubloso-vacío-infinito,
como aquel que no cree en las estrellas.

Sin rumbo, perdido entre cenizas, 
llega el huracán de humo con el adiós
llenando el espacio de cuchillos de vidrio y aire candente
como la ansiedad de esa puerta abierta para nadie.

No dan más vueltas por la misma ciudad.


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